jueves, 8 de diciembre de 2011

Prólogo: Elements

Libro que dentro de poco escribiré, de momento aquí os dejo el prólogo :D





Meteoritos. ¿Cuántos han caído sobre la Tierra? No se sabe. ¿De dónde proceden? Tampoco. Por ello aquel era un meteorito tan especial, y su historia, también.
Hacia cutro mil años, cuando los humanos apenas eran una raza desarrollada, un meteorito cayó sobre la Tierra. Cuatro amigos oyeron y vieron la explosión, y al instante fueron a el lugar dónde se situaba el metorito y el hoyo que había formado. Estos, sin saber que hacer, se acercaron a él. Reconocieron que era una roca, pero les extrañaba su exagerado brillo.
Se quedaron mirándola, días y noches, esperando algo, y al no ver reacción alguna, comenzaron a golpearlo. El meteorito vibró un poco, y en un abrir y cerrar de ojos, se convirtió en polvo de distintos colores: azul, rojo, verde y gris.
Los amigos separaron el polvo por colores, y, pensando que era comida, cada uno se tomó el polvo de cada color. Al instante se sintieron diferentes, raros, y sus pieles comenzaron a volverse del color del polvo que habían tomado.
El amigo que tomó el polvo de color rojo, Iyik, descubrió que podía crear y moldear fuego; la joven que tomó el polvo azul, descubrió que podía crear agua, moverla a su antojo e incluso tranformarla en hielo y vapor; y así sucesivamente, el que había tomado el polvo de color gris descubrió que podía mover masas de aire, y el que tomó el polvo de color verde, que tenía el poder de crear y manejar las plantas y la tierra.
Al instante surgieron discursiones acerca de cual de ellos era el más fuerte. Su amistad se rompió, después de largas y sucesivas luchas, y cada uno de ellos se llevó consigo el polvo que había sobrado de su poder, y se lo fueron dando a sus sucesores, hasta que el polvo se acabó, pero por aquel entonces daba igual, ya que dos personas del mismo poder podrían transmitirlo a su hijo.
Así, hasta hoy en día se conservan los cuatro poderes en secreto a la población, creando torneos en secreto y manteniendo la antigua rivalidad que existe entre el agua y el fuego, y la rivalidad reciente que surgió entre el aire y la tierra.
Aquella era la finalidad de aquel grupo de amigos después de saberlo, preservar sus poderes a través de sus descendientes.
Lo que ninguno de ellos imaginaba era que alguien había acercado al lugar donde machacaron la piedra aquel día, había mezclado todos los polvos y había consegido una extraña y pegajosa mezcla de color negro, creando el secreto y oscuro quinto poder: la oscuridad.






sábado, 23 de julio de 2011

Medianoche, Capítulo 2


Alex cayó al suelo, ante las risas de Blake.
- Te lo dije- comentó el ángel-Verte volar iva a ser muy divertido.
- ¿Volar?- preguntó Alex, histérica-¡Lo único que me has dicho es que mueva las alas! ¡Ni una lección ni nada! Más que volar parezco un pato.
Blake rió de nuevo.
- ¿Y que más quieres? Volar es algo natural en los ángeles, y nucna he dado clases de nada, con lo cual...
Alex rugió. Se intentó levantar, con cierta torpeza, pero cayó al suelo.
- Pues ese es tu problema, pero cómo no me enseñes a moverme, me voy a enfadar.
- Uy, cuidado- Blake arqueó las cejas- Un ángel que no sabe ni aguantarse de pieme amenaza. A ver que me hace, ya temo por mi vida...
Blake no acabó la frase, porque en ese momento algo le empujó y cayó al suelo.
-Repito: no es muy bueno verme enfadada- sonrió Alex.
Blake se levantó y, ante su asombro, vió a Alex de pie, andando sin ningún problema.
- Andar con las alas no es tan difícil, simplemente es un peso muerto a la espalda, y casi no se notan- la chica suspiró- Volar es otra cosa, y como no sé, me tendras que enseñar.
- Increíble, no sabes nada acerca de dónde estás, ni las criaturas de este lugar, ni lo que pasó, y estás tan tranquila...-Blake suspiró-A ti no hay quien te entienda, ¿sabes?
- Lo sé- contestó Alex on serenidad- Pero perder la calma no sirve para nada, y cómo sé que prefieres contármelo todo antes que verme llorar sin fin...
Blake chasqueó la lengua.
- Llora todo lo que quieras, me da igual.
Alex esbizó una media sonrisa.
- Con llorar quería decir berrear, y no te gustaría saber todo lo que puedo gritar...
Blake suspiró.
- Está bien, te enseñaré a volar y te contaré todo, pero...- se giró hacia Alex totalmente serio- Ni berrearás, ni llorarás, ni gritarás y...cuando lleguemos a la escuela, vas a ir directamente a buscar a un ángel llamado Sira, ¿entendido?
Alex asintió y sonrió maliciosamente.
- A mi mientras me cuentas lo que pasa en este bosque, me da igual lo que tenga que hacer.
- Ah vale- Blake se encogió de hombros- Entonces me harás la colada durante tres meses, y limpiarás mi habitación durante cuatro.
- Pero...-intentó protestar Alex.
- Me has dicho que harías cualquier cosa, ¿no?
Alex suspiró.
- Si.
- Ahora, a volar.
Después de varios intentos fallidos y muchos supiros, Alex ya sabía planear, de una forma bastante catastrófica, pero algo es algo.
Lo primero que Blake la había explicado era cómo despegar y aterrizar. Alex lo había aprendido sin complicaciones, pero luego la cosa se torció. Mantenerse en el aire era muy complicado, por no hablar de conseguir ir en la dirección exacta; las corrientes eran muy caprichosas, y hacía falta poner las alas en la postura perfecta para mantener el equilibrio.
Blake intentaba enseñarla por medio de sus propias alas.
- Siempre rectas, así aprovecharás el aire, y cuándo te pares, impúlsate moviéndolas.
Alex había aprendido de una forma muy irregular, pero quedaba poco tiempo para algo que Blake había denominado "el encuentro", y para entonces Alex necesitaba volar, por poco que fuese.
Lo que más la costó aprender fué moverse. Las alas y el cuerpo debían estar en perfecta sincronía, y aquello la costaba, tanto que a veces había perdido el equilibrio y había acabado dándose contra árboles. Al final acabó aprendiendo a moverse lentamente, irregularmente y girando muy poco.
- ¿Para cuándo aprendo a hacer piruetas?- le preguntó a Blake con acento entusiasta.
Este le miró con cara asesina.
- Era una broma- añadió acobardada.
Blake se sentó, cansado, en una roca de los alrededores.
- No sé si reír, llorar, enfadarme, romper algo, volar y irme para siempre, comer, dormir...Enseñarte a volar cansa mucho.
- Lo siento- dijo Alex- Pero ahora me tienes que contar lo que está pasando aquí.
Blake abrió los ojos.
- Eres muy cansina, ¿sabes?
- ¡Oye!- exclamó, ofendida.
- Pero bueno, te lo contaré...
>>Verás, desde tiempos inmemoriables...
- ¿Me lo vas a relatar en plan viejo?
Blake le lanzó otra mirada asesina.
- Vale vale. Me cayo.
- Continuaré...
>>Desde tiempos inmemoriables, ha habido humanos que nacieron con malformaciones genéticas. Pero, a veces, nacían con genes distintos a los demás, alas en el caso de los demonios y los ángeles, dientes y gran velocidad en caso de los vampiros, y transformaciones en los licántropos. Después de hablarlo mucho, el gobierno decidió encerrar a estas bestias. Pero a veces algunas se escapaban y conseguían perpetuar la especie. Un pequeño grupo de ellos vinieron y fundaron algunas colonias en torno a un lago. Poco a poco el gobienro trajo a todas aquí, y olvidando el tema. Gracias a una serie de contactos y de asesinatos por parte de estas bestias, hoy nadie de las afueras sabe nuestros "poderes", por llamarlo de alguna forma, pero si que algunos escaparon del bosque y persiguen a los nuevos para matarlos, simplemente diversión o enemistad. Y...fin.
- ¿Y ya está?- preguntó Alex, sorprendida- ¿Me estás diciendo que eso es todo?
- Hombre, si quieres la versión extendida con nombres y demás...
- ¡No me refiero a eso!- estalló Alex.
- Ya estamos otra vez con tus ataques de histeria...
- ¡Me refiero a que pasa con nosotros! ¡Porque se fundaron estas escuelas! ¡De dónde provenimos...malformaciones genéticas no harían todo esto!
- Tienes razón- asintió Blake- Se dice que los ángeles y los demonios vinieron del cielo y del infierno, pero ya andie se acuerda de eso...Y las escuelas fué un medio de proteger el secreto, porque este no es el bosque en el que encerraban a las bestias...
- ¿Ah no?
Blake movió la cabeza.
- Fué destruido en un incendio. Hay más colonias tipo a este bosque por todo el mundo.
Alex se sentó, con la mirada perdida. Todo era demasiada información para ella, parecía que fuese un simple sueño.
- ¿Y mi coyar?- preguntó al joven, cerrando los dedos torno al cubo.
- La mayoría de las bestias, dígase de nosotros, crían a sus hijos y les mandan a un internado especial, cómo estos. Pero hay otro que abandonan a sus hijos, porque son humanos y no entienden lo que les pasa. Ese coyar certifica que eres un huérfano con poderes, y que tienes que venir a este bosque.
>>Dependiendo del color, eres de alguna raza. Algunos infiltrados del orfanato te le dan de pequeño, y luego recibes la carta para venir a tu internado correspondiente. Todas las personas de este bosque son huérfanas.
- Y mis padres...¿siguen vivos?
-No...son perseguidos por alguno de esos in filtrados y asesinados...lo siento, Alex.
Alex esbozó una pequeña sonrisa.
- Tampoco me importa mucho, vi fotos de mis padres en el orfanato...los más populares, demasiado engreídos para mí.
- Bueno...-Blake se levantó- Ya casi es la hora "del encuentro"...¿alguna pregunta más?
- Sí...-Alex inspiró y sonrió- ¿Todos los ángeles son tan estúpidos como tú?
Blake frunció el ceño.
- Al igual que los humanos...hay para todos lso tipos- y le dió una colleja a Alex- Por ejemplo, tu eres una feliciana de la vida.
Alex se frotó el golpe.
- Gracias hombre- ironizó Alex.
- De nada...ahora, sígueme, nso están esperando...pero tendremos que ir volando.
Alex abrió mucho los ojos.
- ¿Y no puedo ir andando?
Blake la dió otra colleja.
- A quién vamos a ver es muy importante dentro de los ángeles, asíq ue vas volando para que vea lo bien que te he enseñado.
Ales le lanzó una mirada insignificativa.
- Si quieres quedar bien delante de esas persona, causaré menos accidentes andando que volando.
- ¡Que no te libras! Tú te vienes volando y punto- espetó Blake.
- Vale...pero está cerca, ¿no?
Blake sonrió escépticamente.
Es un recorrido largo, pero hay pocos árboles con los que darte.

lunes, 4 de julio de 2011

Medianoche, Capítulo 1



La luna se alzaba, bella y poderosa sobre el bosque de Aris, llamando a cada una de las criaturas que vivían en el bosque a salir, a contemplarla y admirarla, a disfrutarla en todo su esplendor: hoy era luna llena.
Alex paseaba por la orilla del bosque, contemplándola cómo si no hubiera visto nunca la luna llena, pero al menos nunca al había visto así. Su brillo...su brillo era misterioso, y la atraía hacia ella sin solución. Aquel enigmático brillo iluminaba toda su figura.
La joven, de diecisiete años de edad, tenía el cabello de color castaño oscuro, era liso y le llegaba hasta los hombros. Sus ojos eran de un verde oscuro parecido al de las hojas del pino, sus labios finos y su nariz pequeña y proporcionada.
Alex paró frente al río que atravesaba el bosque para acampar y descansar a la orilla. Dejó la mochila en una roca y miró su reflejo en el agua. Se pasó al mano por toda la cara para recorrer sus facciones. A pesar de que eran bellas, ella siempre había deseado cosas distintas: ojos azules, pelo rubio ondulado...Todo lo que la mayoría de las jóvenes de su edad deseaban.
Alex nunca había querido ser cómo ellas, pensar simplemente en maquillaje y chicos, pero la gustara o no, había acabado influenciada en ello. Se volvió a mirar. Nunca se había llevado bien con sus compañeras de clase, ni ellas se habían molestado en atenderla.
"¿Qué he echo mal?" se preguntaba una y otra vez. Quizá ser huérfana la ayudaba a conseguir la escasa popularidad que tenía. Y por ello nada más leer aquella cara había echo la maleta y había cogido el primer autobús que la dirigía a Coston, el pueblo más cercano a Aris.
En aquella carta la explicaban la posibilidad de mejorar su vida, de venirse a un internado situado en el noroeste del bosque. Allí la educarían, la darían comida y alojamiento gratis. Alex no se pudo resistir a la oferta. Se la olvidó leer la letra pequeña en la que explicaba que tenía que atravesar el bosque andando, pero a esas alturas ya daba igual, y en el orfanato tampoco pusieron muchas pegas a su partida.
Alex cerró los ojos y cerró el puño con fuerza en torno al colgante que prendía de su cuello, Sabía que la querían por ello. Aquel colgante era sobrehumano, y Alex lo sabía. Lo que la fina cadena de plata transportaba era un cubo, echo de un cristal que relucía con todos los colores del arcoiris. Luego, dentro de aquel cubo, había una especie de nube blanca.
Parecería un collar echo con mucha paciencia, pero Alex sabía que no era así. Era algo más, porque en su adolescencia ya había tenido persecuciones en las que el pedían aquel collar. Persecuciones con gente nada normal...
La joven suspiró al evocar aquellos recuerdos. La dolían, porque en vez de haber pasado su infancia y adolescencia intentando encajar entre la gente, se las había pasado huyendo.
Miró el reloj.
-¿Las once y media?- preguntó, sobresaltada- Será mejor que comience a montar la tienda y a cenar, porque no tendré dónde dormir...
Primero buscó un lugar plano y sin rocas para montar la tienda, y luego apartó con la mano montones de tierra que había sobre el terreno. Cuándo hubo acabado, sacó las instrucciones de al tienda para montarla. Buscó el español, pero sólo había árabe o ruso.
- Mierda- maldijo por lo bajo.
Desesperada, buscó por las instrucciones algún dibujo que la ayudase a montar la tienda, en cuánto lo encontró, se puso a montarla, con tan mala suerte y bastante torpeza que se clavó una de las agujas en el hombro. La herida era profunda, y al instante un hilo de sangre la recorría el brazo.
- ¿Esque todo me pasa a mí?- resopló.
Se acercó al río a lavarse la herida, y fue entonces cuándo lo vio. Un humano de su edad. El pelo, de un azul oscurecido, le caía a ambos lados de la cara, ocultando parte de sus ojos marrones. Llevaba puesto un uniforme, y ponía una mano en el bolsillo en señal de relajación. En la oreja colgaba dos pendientes redondos de metal, y en el cuello...Alex ahogó una exclamación. Era un collar cómo el suyo, sólo que de un color azul y colgado de otra cadena. El joven se apartó el flequillo con la mano, y, por un momento, sus ojos brillaron rojos...Hasta que cambiaron completamente de color.
Su mirada se dirigió hacia Alex.
- Tu sangre huele muy bien...- susurró. Su voz era enigmática, y te llamaba a escuchar cada una de sus palabras.
Sonrió, y Alex vio entonces cómo sus colmillos se alargaban.
- N-no...Esto es una pesadilla...se dijo
- Más quisieras- contestó el otro pícaramente.
- E-e...eres...un...v-va...
- Vampiro- completó.
Alex gritó y echo a correr a través del bosque. No era buena idea, sabiendo que era mejor no separarse del río para no meterse en un entorno desconocido, pero era su única opción. Al instante, el vampiro al alcanzó, Alex cambió de dirección y tropezó con una rama de un árbol que había.
Se tapó la cara con las manos, a pesar que sabía que era inútil. El vampiro se acercó a ella, y abrió al boca para morder...pero algo lo interrumpió. Al principio Alex sólo oía gruñidos y pisadas, pero en cuanto abrió los ojos, se quedó sin palabras.
Aquello, su salvador, el ser que la había ayudado a seguir viviendo, era un hermoso lobo marrón de ojos azules. Tenía dos metros de alto y cinco de largo.
El lobo gruñó, y le mostró los dientes al vampiro. Este chasqueó al lengua, y al instante descargó contra el animal. Alex lo contempló y comprendió porque la había alcanzado tan rápidamente, los vampiros corren exageradamente más rápido que los humanos.

Aunque al principio la lucha estaba empatada, Alex sabía que su amigo llevaba las de perder. El vampiro le superaba en fuerza, velocidad y agilidad, y cuándo el lobo calló sobre el terreno, aullando, y una sonrisa de triunfo apareció en la cara del vampiro Alex temió por al vida de su salvador.

Justo antes de que el vampiro fuese a rematar al lobo, algo le paró, echándole a varios metros de dónde se hallaba el lobo. Tenía una silueta humana, con una gran bulto a al espalda, e iba cubierto por una capa.

- ¿Te encuentras bien?- preguntó el misterioso chico.

Alex asintió a duras penas.

- Tú…¿eres compañero del animal?

Una voz melodiosa se rió dentro de la capucha.

- No soy de ninguno de ellos- se limitó a responder.

- Al menos muestra tu rostro- dijo Alex sin pensarlo.

El vampiro se levantó, y rió.

- ¿Qué es esto, una película de los años ochenta? Por favor, utilidad un lenguaje más moderno, aburrís.

- Es cierto- comentó una tercera voz a sus espaldas- Blake, este no es tu territorio-

Todos dirigieron al vista hacia donde venia el sonido, y allí estaba un joven de unos veinte años. Tenía el pelo negro y corto, unos ojos marrones oscuros que miraban fijamente a Alex y no llevaba camiseta, dejando ver unos abdominales marcados.

- Da igual que no sea mi territorio- respondió Blake, tranquilamente- Cómo ángel que soy debo parar vuestras disputas, tanto a los vampiros cómo a los licántropos- añadió mirando al joven que acababa de hablar.

- ¿Ángel? ¿Licántropo?- preguntó Alex sin entender nada.

- Tú te callas- cortó el vampiro.

- No hay que ser descortés con nuestra invitada- convino Blake, con su ya habitual relajación.

- Eso lo dices tú- cortó el licántropo- Que ni siquiera muestras tu rostro.

Blake se rió.

- No haces nada más que reírte- comentó el vampiro, molesto.

Blake no contestó, y entonces se quitó la capa. Alex lanzó una exclamación ahogada. Lo que colgaba de la espalda de Blake eran un par de alas de un blanco puro y reluciente, que estaban rodeadas de un levísimo aura de luz.

Blake levantó la cabeza y dejó ver sus rasgos. Tenía los ojos del mismo color que el cabellos, un marrón oscuro, y sus rasgos eran delicados.

- Si me dejáis usar esto- comentó señalando las alas- No tendréis ninguna posibilidad contra mí, ya que soy mucho más experto que vosotros luchando.

- Los ángeles y su ego- añadió el vampiro.

- Mira que eres pesada, Jack- Blake sonrió- Por eso eres un luchador tan pésimo al que siempre gano. Y tú…no te conozco.

- Me llama Eric- contestó el licántropo- Y soy un novato de la escuela oeste.

- Que idiota- provocó Jack.

- ¿Cómo?- preguntó Eric ofendido.

Jack suspiró.

- A ver: ya deberías saber que Blake es un ángel guardián, que puede con nosotros, eso significa que nos llevará a nuestros superiores y nos la cargaremos. Y tú dándole todos tus datos la mar de feliz. Respóndeme: ¿Tienes neuronas?

El licántropo rugió, enfadado, y mostró los dientes a Jack.

- Tiene razón- se apresuro a contestar Blake- llamaré a vuestros superiores y os castigarán. Eso os pasa por pelearos…

- ¿Pelearos?- preguntó entonces Alex histérica- ¡Si sólo habéis hablado! Qué tipo de pelea es esa por favor.

Blake dirigió su mirada hacia la joven.

- Mira que eres impertinente- aludió.

- Y muy tonta- intervino Jack- Todavía la puedo cazar...y la cazaré.

Dicho esto, Jack saltó sobre Alex para atacarla. Blake se interpuso y, entonces Alex, contempló lo que era una auténtica pelea.

El vampiro rugió, molesto por Blake, y se abalanzó sobre él. El ángel esquivó el golpe que iba dirigido a su pecho, pero el vampiro aprovechó la ocasión para darle un golpe en las alas. Blake gimió de puro dolor, Alex gritó.

Blake se levantó rápidamente y descargó una serie de sucesivos golpes con la espada hacia Jack. Este los iba esquivando todos a gran velocidad y con facilidad, hasta que Blake descargó un golpe más rápido y fuerte que los demás. El filo de la espada rozó al vampiro y desgarró su camiseta. Este, enfadado, se sacó su propia espada de la espalda y apuntó hacia Blake.

- Si así quieres que luchemos, lucharemos a al antigua- sonrió.

Blake asintió y volvió a descargar contra el vampiro, pero este ya se había movido y preparaba un golpe más contra las alas. Alex veía esto a duras penas, porque los dos contrincantes se movían a mucha velocidad.

Jack era ágil y rápido, pero no era tan experto ni conocía tantos golpes como Blake, así que enseguida estuvo en problemas.

Al instante, Jack cayó, y su espada voló hacia unos dos metros más lejos que él.

- Te lo dije, todavía no tienes ninguna posibilidad contra mí- murmuró Blake.

Dicho esto, se arrodilló y se preparó para clavarle la espada a Jack, pero entonces, sin previo aviso, se derrumbó contra el suelo. Jack se levantó, extrañado, y al instante también cayó.

Eric, que hasta ahora había estado viendo la pelea sin participar, se transformó en lobo de un salto y huyó del lugar. Alex se levantó, petrificada por el terror, y al instante se puso a mirar a su alrededor de forma refleja.

Su cabeza todavía seguía llena de emociones y preguntas por todo lo que acababa de ver, y sobre todo las personas, pero comprendía que tenía que huir. Justo cuándo iba a correr, alguien al tapó la boca con las manos, y Alex se desmayó, al igual que sus dos compañeros.

_________

Alex despertó, confusa y con la cabeza aún dolorida de recuerdos. Al instante se dio cuenta de que no estaba en el bosque. La joven se encontraba tendida sobre una cama de sábanas de seda, y en una habitación que parecía sacada de la aristocracia.

Tanto cómo el techo cómo las paredes estaban pintados con motivos florales, con plata en sus bordes. La habitación era grande, tenía una amplia cristalera y un armario y un escritorio hechos de madera de roble.

Alex se levantó, pero se tuvo que agarrar a la pared. Todavía estaba muy débil por los esfuerzos psíquicos y físicos que había echo…¿cuándo? Alex se dio cuenta de que podría haber estado en aquella habitación mucho o poco tiempo, y se asustó. Fue entonces cuándo la vio, esperando en la puerta.

Era una joven de su edad, sólo que tenía la figura mucho más definida y esbelta..Tenía el pelo liso y largo, del color del azabache, con el flequillo a un lado. Sus ojos eran de un azul intenso, sus labios finos y su nariz tenía unas proporciones perfectas, los rasgos de la cara estaban acordes con el cuerpo: perfectos. Iba vestida con un traje compuesto por una falda corta y ajustada rematada por volantes de color gris oscuro, una camiseta de manga larga anudada en el cuello por una corbata roja, una chaqueta también gris cuyas mangas acababan en volantes, y unas botas de cuero cómo calzado.

“Perfecta” Se dijo a si misma Alex. Nunca había visto a alguien así, ni las más populares de su clase eran tan bellas cómo la joven que se encontraba en la puerta. Alex se sorprendió aún más de su belleza cuándo comprobó que no llevaba ni gota de maquillaje.

- Te estamos esperando- habló entonces la chica.

Alex se sobresaltó. Su voz era seria y elegante, cada palabra que decía te invitaba a escuchar otra más.

Se acercó hacia Alex y tendió un uniforme sobre la cama.

- Ponte esto, te espero en la puerta- dijo, y salió de la habitación.

Alex seguía callada. ¿De dónde había salido aquella misteriosa joven? ¿Y quién al esperaba? A pesar de que Alex era muy directa había decidido permanecer callada por los problemas que hablar tanto la pudieran haber ocasionado en la pelea.

- Ah- al puerta se volvió a abrir y la cabeza de la chica asomó- Has dormido veinte horas desde que te encontramos en el bosque.

La puerta se cerró de nuevo.

- ¡¿ Veinte horas?!- exclamó Alex, incrédula.

Suspiró y miró la ropa que la acababan de dar. Era cómo al de aquella chica, sólo que en blanca y con menos volantes y adornos. Se la puso y salió al pasillo, la joven al seguía esperando con otras dos chicas más.

Vestían los mismos uniformes, sólo que con distintos colores y distintos adornos.

- ¡Hola!- sonrió una de ellas- Soy Lisa, encantada.

Alex se quedó un momento quieta, observándola.

Tenía el pelo gris recogido en una trenza , y un flequillo recto. Sus ojos eran del color de la arena y sus labios finos, siempre colocados en posición de sonreír. Su uniforme era de un gris claro, y era liso, sin adornos.

- Soy Alex- sonrió al fin.

La joven se fijó en su collar.

- Me imagino que seas un ángel por el color del cubo…yo soy un licántropo y ellas…que se presenten leñe. Que sean lo que sean algo de simpatía deberían de tener. Simpatía no, mejor dicho respeto.

La otra puso los ojos en blanco y dio un paso adelante.

Tenía el cabello corto y de color marrón oscuro, ojos negros y sus vestimenta era con diferencia al más atrevida. La falda era la más corta de todas y la más ajustada, las mangas de la chaqueta eran largas y con volantes. Las botas eran de cuero y tenían un tacón elevado.

- Me llamo Samantha, soy una diablesa y he nacido con muy poca paciencia. Odio a la gente que se cree que todo es felicidad- señaló a Lisa- por eso tengo tantos problemas con ella.

Lisa bufó.

- Y respecto a ella…no tengo problemas porque es nueva, y todavía no ah dicho nada porque no confía en nosotras. No me extraña, el primer día Lisa ya empezó con sus dosis de alegría sin fin.

- Me llamo Lexia- se adelantó la joven a al que había visto en la habitación- Y soy una vampira.

- ¿Y yo, que soy?- preguntó tímidamente Alex.

- Tú eres un ángel- la contestó sonriendo Lisa- Te hemos estado esperando para que cada una de nosotras pueda ir a sus respectivas clase. Te explicaré: hay cuatro clases. La clase del Norte, vampiros, la clase del Sur, licántropos, la clase del Oeste, ángeles y la clase del Este, demonios. Cómo ya has podido observar, somos reales, no nos han puesto esos nombres porque sí…No te puedo dar una explicación de por qué nacemos así.

>> Lo que sí te puedo decir es que tu collar simboliza que eres un ángel y que perteneces a este bosque. Sabemos que eres un ángel porque mientras dormías la directora de tu respectivo colegio te ha mirado y ha conseguido sacarte las alas. Tardarás en que salgan y se queden ahí, pero verás que es muy incómodo. Si te has dado cuenta, Sam tiene las alas negras de los demonios.

Entonces Alex se dio cuenta. De la espalda de Samantha colgaban un par de alas de un color negro.

- Hay que estar cegata para no verlo- bufó Samantha.

Lisa la dio un puntapié.

- Verás Alex- dijo Lisa sonriendo- Los guardianes de cada instituto nos están esperando en al puerta para irnos cada uno con el que nos corresponde a nuestro instituto…

- ¿Pero así?- preguntó Alex desesperada- ¡Necesito respuestas! ¡ Yo no puedo irme así porque así a un internado lleno de alas blancas! ¡Ni haber presenciado aquella pelea sin saber la razón! ¡ Y por qué caímos todos dwe repente desmayados en el suelo!

- Cuándo estés en tu internado te lo explicarán. Ahora estas en la mansión de los demonios, zona este, y no se llevan bien con los ángeles, ellos no te podrán responder a tus preguntas. Baja las escaleras y vete con el guardián del instituto correspondiente. Y lo del suelo…Fue un veneno para dormiros y llevaros tranquilos a cada instituto, una tontería, ay lo sé, pero así son las cosas…

Alex suspiró, resignada, e hizo caso de lo que le decía Lisa. Bajó las escaleras pensando en todo el dinero que debería de tener los demonios, ya que la casa estaba llena de objetos de valor. Lexia se fue con una chica de ojos oscuros y cabellos rubio rizado, y Lisa con Eric, el licántropo del bosque.

- ¡Tú!- exclamó Lisa al ver quién era el guardián de los ángeles.

- Yo, qué- se giró Blake.

- Así que eres el guardián de los ángeles…¿Y eso?- preguntó asustada a al pantera que había a su lado.

- Es mi mascota, se llama Kuro. Es inofensiva…si yo quiero.

- Por tu bien que no m haga nada.

- Bueno, vámonos.

- ¡Ya está! Otro con que vámonos. Se supone que TÚ me dabas explicaciones.

- Ya te las daré luego…

Dicho esto, de las manos de Blake salió una bola azul, y la colocó sobre lso hombros de Alex.

- ¡Que narices estas hacie…!

Hubo un destello, Alex se tapó los ojos, y en cuánto los abrió, descubrió un par de alas blancas a su cargo.

- ¿QUÉ?- preguntó totalmente sorprendida.

- Tu primer vuelo. Rió Blake- Esto va a ser muy divertido.

Me presento =D


Holaa :D
Bueno pues vereís, me llamo Ina-Chan, tengo 12 años y mi sueño es ser escritora. Por eso he creado este blog, para intentar dar a conocer lo que escribo. Postearé capítulo por capítulo lso libros que vaya escribiendo...suelen ser fantasiosos, de acción y amor. Fanatsiosos por al imaginación que les pongo, acción por las batallas que habrá, y amor por los lios amorosos que habrá en cada libro.
Aquí me despido...espero que os gusten mis libros =D